jueves, 1 de mayo de 2014

Las mentiras enferman

El estrés me contraía. Era una de esas situaciones, en las que ni pensás lo que hacés, de tanto trabajar. La pequeña salita del hospital de este pueblito, estaba muy limpia, a pesar de ser diminuta. 
La pared verde de la habitación, de esa clase de color que lo miras y te causa dolor de cabeza. Estoy sentado en la incómoda camilla de color negro, pegaada contra la pared y miré a través de una ventanita, por la que no podría entrar ni un gatito recién nacido. No entraba ni una sola gota de sol del día más soleado. A oscuras de luz natural* pero iluminado con esa luz artificial blanca horrible. 
La suciedad que tenía mi guardapolvo de medico, la transpiración, todo mugroso. Ay, pensé: "Estoy acá desde las 7:00 A.M, lo que nunca en mi vida". 
De repente deje de estar distraído . Me frote mi cabeza, mire el reloj y dije con firmeza, pero por lo bajo.
-Noo, perdí tres minutos y medio de mi descanso, observando cosas sin importancia. Ya llegaba mi próximo paciente, era un caso urgente. Me dije a mi mismo: otra vez el mismo problema, el mismo sintoma producido por un rumor pueblerino. Lo creo la famosa viejita, decía todo el tiempo: "Algo malo va a pasar en este pueblo".
Me estaba quedando dormido, cuando entró una chica corriendo. Las enfermeras la ayudaron para que no se lastimara. Tenía el cabello marrón rizado, y se agarraba fuertemente la panza. Miró por la ventana, como si algo malo pudiera entrar por ahí. La observé como si esto fuera una situación normal y con cara de estar a punto de morir, dijo.
- Doctor, doctor, doctor- Repetía con voz nerviosa. 
La agarre del hombro, para tranquilizarla y le dije.
-Tranquilícese, para que yo pueda saber que le pasa.
-Es, es, que el sol me quema. Siento puntadas en la panza. -Respiró y dijo:- La viejita de la vuelta de mi casa, dijo, que algo malo pasaría y me toco la panza.-Temblaba mirando el brillo del piso.
-Señorita, nada de lo que dijo la abuela esta asegurado. Es solo un rumor.Déjeme revisarla.-
Intento que no se note que ya estoy harto de este tema.
Se acostó en la camilla, muy nerviosa, casi a punto de llorar. Una hora después de haberle dicho muchas veces  que era un falso rumor, afirmé muy seguro:
-Mire, señorita, usted se encuentra muy bien físicamente. No tiene nada de lo que usted piensa. En todo caso, el rumor la influenció demasiado y por eso se siente dolorida.
La señorita me miró y poco a poco dejó de temblar. Se quedó unos minutos parada, empezando a respirar bien. Me miró a los ojos, me dió las gracias por ayudarla y se fue.
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FIN 

* Que no entra luz natural, o sea que estoy a falta de luz solar.
Rocío Pedernera.